La falta de inversión y la mala gestión pública durante años han causado problemas en el abastecimiento de agua a los ciudadanos de Michigan, con casos sonados como el de la ciudad de Flint. Ahora, los gestores públicos admiten su error y anuncian un plan para revertir la situación, donde la inversión y la aportación tecnológica de las empresas especializadas ayudarán a solucionar la crisis
El estado de Michigan acaba de anunciar la inversión más ambiciosa desde hace décadas en su infraestructura hídrica. El plan, llamado MI Clean Water, consta de 500 millones de dólares destinados a mejorar la calidad y la accesibilidad del agua. Entre sus medidas están el reemplazo de las tuberías de plomo, la modernización de la gestión de aguas residuales y la reparación de las fosas sépticas defectuosas.
El fondo económico, si recibe la aprobación del Congreso de Michigan, controlado por la oposición republicana, estaría disponible para que los municipios pudieran pedir subsidios o préstamos que refuercen sus infraestructuras del agua. El estado lo financiaría de distintas maneras, incluyendo dinero federal y emisiones de bonos. Lo que no está previsto que el Gobierno estatal suba los impuestos.
“Desde el día en que juré el cargo, me comprometí de manera inamovible a asegurarme de que los habitantes de Michigan llegaran a tener acceso a un agua limpia y asequible”, declaró la gobernadora demócrata del estado, Gretchen Whitmer. “El plan MI Clean Water marca un significativo paso hacia ese objetivo”.
«En los últimos años Michigan ha estado invirtiendo entre un 50% y un 70% de lo requerido anualmente para mantener las infraestructuras de agua»
La iniciativa, además de perseguir una finalidad práctica, como es la mejora de la calidad del agua y por tanto del nivel general de vida, tiene también una sólida carga simbólica. Un elemento que atañe directamente a la imagen y la reputación de Michigan.
Hasta hace unas tres décadas, este estado saboreaba la gloria de ser la Meca del automóvil. Las plantas de Ford, General Motors y Chrysler rugían las 24 horas y sostenían uno de los tejidos socioeconómicos más musculosos de Estados Unidos. Algunos vecinos se presentaban en las fábricas y compraban los coches a buen precio, recién ensamblados, con olor a cuero y acero cromado.
Muchas de las factorías, sin embargo, acabaron cerrando o mudándose a China o México, y cientos de miles de Michiganders perdieron no solo el empleo, sino también una parte de su identidad. Esto fue lo que sucedió, por ejemplo, en Flint: una localidad que solía ser un puntal económico, pero que en el último medio siglo ha visto cómo se hundía su economía y se marchaba la mitad de la población. Hoy tiene casi 100.000 habitantes, de los cuales el 42% viven bajo el umbral de la pobreza.
En los últimos años Flint ha vuelto a las portadas y a los radares nacionales, pero no por su pujanza económica. La ciudad padecía una severa crisis y el Gobierno de Michigan decidió tomar el control de sus cuentas, en 2011, para reducir el déficit. Una de sus decisiones de ahorro fue desconectar a Flint del sistema de gestión de agua de Detroit, que está a unos 100 kilómetros de distancia, y hacer que el suministro viniese del lago Huron. Pero primero había que construir la tubería. Mientras tanto, el secretario del Tesoro de Michigan, por recomendación de la alcaldía de Flint, conectó el suministro de agua al río de la ciudad.
La decisión se aplicó en primavera de 2014. Ese verano ya empezaron aflorar las quejas de la presencia de plomo y bacterias en el agua, dada la vejez y el estado defectuoso de las tuberías de hierro fundido. Las autoridades decidieron echar altas cantidades de cloro. Una planta local de General Motors tuvo que desconectarse del agua de la ciudad porque la alta presencia del químico corroía los motores de los coches.
«Según la Agencia de Medio Ambiente de EEUU las infraestructuras de aguas residuales y de tormenta de Michigan está aún más obsoleta que la de abastecimiento»
Los habitantes de Flint empezaron a presentarse en el ayuntamiento con vasos y jarrones llenos de agua marrón; sus hijos padecían sarpullidos y enfermedades difíciles de identificar. El asunto dio el salto a la prensa. Uno de los retoños más célebres de Flint, el realizador Michael Moore, utilizó su star power para colocar el foco de Estados Unidos en su ciudad.
A la vista de los crecientes problemas sanitarios entre la población y de la subsiguiente crisis política, Flint volvió a conectarse al sistema de gestión de aguas de Detroit en octubre de 2015. El presidente de entonces, Barack Obama, declaró el estado de emergencia para facilitar los fondos necesarios a Michigan. Cuatro altos funcionaros del estado dimitieron como consecuencia de la crisis y se iniciaron demandas contra 15 responsables locales y estatales.
Desde entonces, las autoridades de Flint dicen haber inspeccionado la fontanería del 91% de las viviendas y reemplazado casi 10.000 tuberías de plomo y más de 16.000 de cobre. El pasado agosto el estado indemnizó a los afectados con un total de 600 millones de dólares. El 80% de la cantidad está destinado a las familias de los niños más perjudicados.
El caso de Flint esclareció las graves carencias de la infraestructura de agua del Estado. Según un estudio de Public Sector Consultants, encargado en 2016 por la Asociación de Infraestructura y Transporte de Michigan, entre 2003 y 2014 la inversión anual media en el suministro de agua potable fue de 447 millones de dólares, muy por debajo la cantidad que se estima necesaria: entre 731 y 1.000 millones de dólares. Lo que significa que Michigan estaría invirtiendo entre un 50% y un 70% de lo requerido.
Informes de inversión en infraestructura del agua Esto respecto al sistema de agua potable. El mismo informe alega que las infraestructuras de aguas residuales y de tormenta es aún más obsoleta. La Agencia de Protección Medioambiental (EPA) estima que se necesitan más de 2.000 millones de dólares para renovar estos sistemas.
Informes de inversión en infraestructura del agua
El plan anunciado por la gobernadora Whitmer se da sobre este trasfondo, y ha sido bien recibido por diferentes observadores y agentes sociales de Michigan. “Ahora es el momento perfecto para invertir los dólares estatales y federales de forma coordinada para estimular el crecimiento del empleo en las infraestructuras hídricas”, declaró Liesl Clark, director del Departamento de Medioambiente, Grandes Lagos y Energía. “Este trabajo se notará tanto en la economía como en los sistemas que protegen la salud pública, fortaleciendo a ambos”.
El senador estatal republicano Rick Outman pidió más detalles, pero dice respaldar el plan. “Tener acceso a agua de calidad es una necesidad básica y fundamental a la que cada familia de Michigan debería tener derecho”. Está previsto que se creen 7.500 empleos.
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